Recogió sus papeles del escritorio. Abrió el libro y volvió atrás en el tiempo. Cerró los ojos y recordó la textura de aquellas letras. Posó las yemas para sentir los relieves del papel y los huecos hechos con colores. Pintó una sonrisa y contó una lágrima. Dejó de pensar y comenzó a sentir. Necesitaba la libertad en su cuerpo y la soledad de la habitación. Se despojó de lo que la unía a las telas que la recubrían, los accesorios y el maquillaje. La habitación en penumbras. El piano y aquellas partituras de la amargura. Un cd de aquellas canciones que la llevaban a profundizar. En la soledad de estar rodeada por el mundo...de ser una exquisita pieza social. Encendió un cigarro...puso la boquilla en sus labios. Y al compás de un 2x4, buscó el teléfono de aquel amor que yacía lejos. Las cuatro de la mañana y el wisky en sus venas. Los violines rayaban las rugosidades de su piel. Un momento de silencio. Sentarse frente a un gran espejo. Tomar una hoja y sus carbones...y autoretratarse...pero...mirándo a aquella mujer que fue cuarenta años atrás...
(Sin saber cómo...las piezas se unen solas...mi mente recrea cosas y mi alma me usa como corresponsal en la Tierra.
Días en las que las fronteras de las dimensiones se hacen frágiles...y las almas se unen a pesar de estar los cuerpos lejos...La diferencia de estar en un plano u otro, son los impedimentos y excusas que nos creamos para las distancias. Pero la pureza del espíritu que llevamos dentro, trata de huir ...y seguir puro...sin los karmas que le vamos generando...
Traté de dormirme temprano...además de que el cuerpo lo requería...mis ojos se cerraban solos, luego de una noche llena de lágrimas, llena de aquellas sensaciones que vivo una vez al mes...y que la sensibilidad me envuelve en contornos muchas veces provocados. Espero que mi alma se haya unido a quienes deseaba ver...mientras yo yacía inconsciente del al rededor. )
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