jueves, 9 de julio de 2009

Capítulo uno: Adiós

Se alejaba, mientras la miraba vestirse...La puerta de nuestra habitación compartida sólo en noches de pasión para llenar un hueco. Tenía que marcharse. Aquella a la que veía algunas veces a la semana para compartir una cama. Aquella que no sabía mucho de mí, sólo lo que pudiera contarle luego de uno o varios orgasmos, tan placenteros como nunca antes había probado. La conocía como compañera de cama...pero era una desconocida. A veces, se quedaba dormida y no podía evitar quedarme mirándola...Su bello rostro, aquél que me sedujó en un bar. Una morena, esbelta, pícara y muy vivaz...con el arte de seducción tras cada gesto. Comenzamos compartiendo unas copas, pero en cuestión de minutos nos encontrabamos en una cama...la misma que ahora estaba dejando. Sólo sexo...sexo que comenzó como casual y se convirtió en un hábito. La compenetración que jamás podría haber vivido con nadie...no existía el amor...solo la satisfacción...En mis días, solía pensar en por qué lo hacíamos...por qué una desconocida, de la cual no sabía si tenía pareja, si estudiaba o trabajaba, aguardaba compartir conmigo el arte de la satisfacción...porque aquello no era un simple juego...podía elevarme a los más jugosos placeres. Yo, Sara, hoy me quedo sin esos encuentros. Me dijo adiós. Se vistió y sin más, se marchó. Jamás sabré por qué? Podré imaginar mil y un historias y circunstancias, pero en la imaginación quedarán. No niego que tenga intriga y que ahora indague sobre su identidad...Acabo de verla marchar...y su brisa, sumada a la del zumbido del cerrar de la puerta, inundan la escena de vacío. Son las 4 de la mañana. Estoy tendida sobre mi cama, desnuda...las sábanas a un lado...el calor es insoportable. Enciendo un cigarro, me pongo una tanga y abro la ventana. Me siento en mi sillón preferido, aquel rosa que es mi compañero de lectura. Las vistas dan a una casa abandonada, a un parque que se haya vacío y a una calle que está en un mundo paralelo...

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